TU HUELLA EN EL PLANETA

La cárcel, 2º capítulo

 
Reducir gastos




561.654.350 euros anuales
 
¡De monarquía baratita, nada de nada!
 
Ante una imperiosa necesidad de recortar gastos que debe desempeñar el Gobierno central, afectará de lleno a las finanzas de la Generalitat, y obligará a hacer recortes en todas las partidas. Pero no he visto que se actúe como en otros países, me refiero a liberar presos que debían de estar saliendo de permiso, o que deberían estar en tercer grado, en condicional o concediéndoles indultos parciales (sólo a los políticos se les conceden). El extendido tópico de que en España los presos entran por una puerta y salen por la otra, ni es cierto ni se sustenta en ninguna cifra oficial. Es el país de la UE con la tasa de encarcelamiento más alta y, por el contrario, de los que tienen menor índice de criminalidad: 20 puntos por debajo de la media. "Hace ya muchos años que se constata que la tasa de encarcelamiento no guarda relación con la criminalidad, sino con la política penal. Lo que ocurre en España no es que los jueces metan a más gente en la cárcel, sino que pasan mucho tiempo", dice José Luis Díez Ripollés, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Málaga y director del Instituto Andaluz de Criminología. El Código Penal de 1995 originó un aumento de la población penitenciaria que llena a un ritmo acelerado las nuevas cárceles. Hace tres años había 63.800 presos. Ahora son 76.485. La tasa de encarcelamiento se sitúa en España en 166 reclusos por 100.000 habitantes, por delante de Gran Bretaña (153) que siempre había encabezado la lista Siete de cada diez penados están en segundo grado, y así pasan la mayor parte de su estancia entre rejas, sin lograr permisos. Solo el 15,1% cumple condena en régimen abierto, y los que logran la libertad condicional suponen el 11%. "Es totalmente innecesario estar tanto tiempo en la cárcel. El cumplimiento íntegro no es bueno desde ningún punto de vista porque aumenta la reincidencia", sostiene José Cid, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, que ha analizado el fenómeno en el libro El incremento de la población reclusa en España entre 1996 y 2006. "Otra política criminal es posible", afirma el catedrático Díez Ripollés, y las penas alternativas para delitos menores son un ejemplo. Ayudarían a descongestionar las prisiones y reducirían el gasto público. Una medida así cuesta 3,05 euros diarios, y el coste de un preso es de 78,29 euros al día (2006), según un estudio de la Generalitat catalana, la única comunidad con competencias en prisiones.
 
"No se puede dejar de castigar al delincuente, pero sin tanta dureza y aplicando las políticas que ya han dado resultados en otros países", dice Díez Ripollés. Como en Finlandia, recuerda, que a principio de los ochenta tenía una de las tasas de encarcelamiento más altas de Europa y ahora está a la cola.
 
Sólo con dar los beneficios penitenciarios a los reclusos que reúnen los requisitos, la Generalitat se ahorraría más de 3.150.000 €
  Si se rebajasen los sueldos de los ministros a un tope de 2500 € y el de los monarcas, no deberían rebajar las ya paupérrimas pensiones de los jubilados.

Ver desglose de los gastos de la realeza aquí

    Rubén Marco



  
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