TU HUELLA EN EL PLANETA

Vivir en un mundo irreal


Voy a comentar el artículo de Yvette Moya-Angeler: “Darse permiso” que salió publicado en el Nº
203 de la revista Cuerpomente.
  Todo lo que dice (es mi opinión personal) es para el que vive en un mundo irreal, en un sueño, donde todo está permitido y no hay límites ni reglas, pero la realidad es bien diferente.  Cuando quiera escuchar o leer un cuento me iré a una librería o prestaré atención a Mariano Rajoy. Se supone que esa revista debería contener cierto rigor científico, pues creo que está dirigida a personas adultas, por lo que sobra mencionar cuentos o fragmentos mitológicos, sobre todo cuando habláis de las propiedades de los árboles.  De lo expuesto en su relato hay una recomendación; nos aconseja que deberíamos dejarnos llevar por nuestras emociones, de no hacer nada que no se quiera realmente hacer, de soltar lastre, decir no a las responsabilidades, permitir estar enfermos, permitirse equivocarse, etc. Hubiese estado bien que antes de publicar semejantes consejos hubiera dedicado unos minutos a la reflexión.  Es absurdo imaginarse un mundo sin reglas (hasta los animales se imponen reglas por el bien de la especie), sin responsabilidades, sin ocultar los pensamientos o palabras. Es mejor para todos en ciertas ocasiones guardarse la opinión que se tiene de otra persona, de sus gustos o de sus creencias, etc. lo más probable es que se ofenda, te insulte o si es agresivo/a, te dé un guantazo. En ciertos países te puede costar la vida si dices lo que opinas. La sociedad en la que vivimos no acepta la verdad, por eso se miente constantemente, la gente no suele ir por ahí diciendo lo que piensa: me caes fatal, mira que mal vistes, anda que no es fea tu novia, ¿sabes que hace tiempo que existe el jabón?¿usted es albañil? ¿por qué lo dice? Como masticas igual que una hormigonera…, así, un larguísimo etc. de ejemplos.  Actuar como dice Yvette sería un caos.  El ser humano al igual que muchas especies necesitamos establecer normas de conducta, tener límites, sin los cuales derivaría a constantes reproches y peleas.  En la mayoría de los primates que van en grupo, se rehúyen la mirada, pues si algún individuo se le ocurre mantener la mirada a otro macho a los ojos, eso se considera que lo quieres retar para adquirir el liderazgo. Con nuestra especie ocurre algo parecido, si un tío mira fijamente a otro hombre que sea violento, puede tener problemas, y aunque no lo sea, es de mal gusto.
  Si es la mujer quien mira fijamente a un hombre y además lo hace sonriendo, con toda seguridad despertará un interés sexual hacia ella, especialmente si es atractiva. Por eso, si no se pretende llegar más allá de lo que significa una simple mirada, es mejor evitar ciertas formas de mirar.
 Toser sin taparse la boca cuando tenemos alimentos o personas cerca de nosotros, bostezar sin ocultar la boca o hacer ruido al hacerlo, eructar en presencia de otras personas, señalar con el dedo a otra persona, desprenderse de ciertos gases, hurgarse la nariz o rascarse ciertas partes del cuerpo, no es precisamente ser educado. ¿Quién no ha deseado cientos de veces mantener relaciones sexuales con un sin fin de chicas cundo las vemos por la calle o en el metro, etc?  Si nos dejáramos llevar por nuestros instintos más primitivos, por nuestras emociones o por nuestros pensamientos como aconseja la autora, esas chicas no podrían salir tranquilas y con total libertad de sus casas, nos convertiríamos en personas incivilizadas y salvajes. Dado que los varones llevamos grabados en los genes el afán de poseer a cuantas más mujeres mejor, por eso desde muy pequeños nos inculcan el respeto hacia las féminas, debemos a aprender a reprimir esos impulsos para no vulnerar la libertad de las mujeres, a pesar de lo provocativas que visten algunas, o debería decir desvisten. Pero la verdad es que, las chicas que van insinuándose no actúan con sentido común. Todas aprenden desde muy pequeñas lo que nos atrae sumamente ciertas partes de su anatomía. ¿Verdad que la gente no va por ahí con un fajo de billetes asomando en el bolsillo de atrás del pantalón? ¿Verdad que es una provocación para los amantes de lo ajeno? Pues así nos sentimos algunos ante las chicas que van en minifalda, en tanga en la playa, o las que van con blusas transparentes o pantalones tan ceñidos que se les marca el “carné” o el culo, o se pasean en top-les por la playa, etc. ¿Acaso nos estáis poniendo a prueba nuestro aguante? ¿Quién no sabe que a nosotros se nos conquista con un buen cuerpo?
  Da igual su nivel de inteligencia, es ver un buen cuerpo y nuestra libido se nos dispara.
 Decididamente, necesitamos establecer ciertas normas y sobre todo, frenar nuestros impulsos primitivos por el bien común y una vida en armonía, pero al menos, que no vayan por ahí provocándonos.

  Rubén Marco

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