TU HUELLA EN EL PLANETA

La naturaleza, ¿es sabia o cruel?

 
 
 

Escrito el 07/04/2009
 
Si a mí alguien me hubiera formulado esa pregunta le contestaría; depende, en unos aspectos puede parecernos cruel y en otros sabia, en rasgos generales.
  Hay hormigas que suben a una brizna de hierba y se quedan allí quietas y, si el viento las tira a tierra, vuelven a subir tantas veces como sea necesario, hasta que son engullidas por un pájaro. O ratas que en lugar de huir de sus depredadores se lanzan a por ellos y mueren.
¿Tendencias suicidas?
Producidas por parásitos que los manipulan. En el caso de la hormiga, un parásito la infecta y necesita pasar al sistema digestivo de un pájaro para poderse reproducir y mantener su ciclo, por lo que manipula el cerebro de la hormiga para que se convierta en una presa fácil. En el caso de las ratas, sucede los mismo, otro parásito la infecta y necesita pasar al sistema digestivo del gato para reproducirse. ¡La naturaleza es cruel, violenta, y manipuladora hasta límites increíbles!
  Hay muchísimos aspectos que recogen los dos términos. Hay  gente insensible que no ve más allá de sus narices, son incapaces de ver que a veces es por bien de la especie actuar de forma cruel.
  Para ser objetivos debemos mirar hacia atrás y ver que las especies sin la intervención de los humanos han sobrevivido millones de años, algo impensable en estos días que cada día desaparecen varias especies, tanto animales como vegetales, por culpa de nuestra avaricia.
  Todavía hay personas que piensan que nosotros debemos prevalecer ante cualquier otra criatura ¿por qué?
Pecamos de narcisismo y eso, algún día  nos puede llevar a nuestra propia extinción.
  Hay gente que se conmociona al ver ciertos depredadores cuando abaten sus presas, no deberían, pues si nos remontamos en el pasado cuando la gente primitiva no disponía de rifles ni de otras armas veríamos que no nos diferenciamos tanto de ellos en la forma tan cruel como acabábamos con los mamuts; a pedradas, con flechas, a golpes de tarugo, acorralándolos con fuego o con lanzas. Todas ellas debieron producir una agonía insufrible para los pobres animales que se encontraran con nuestros ancestros.
  No tenemos que remontarnos tantos miles de años para ver escenas parecidas, es habitual en pleno siglo XXI ver escenas de sufrimiento y apenas se inmuta la gente, es más, algunos depravados pagan por verlo. Me refiero al toro embolado, el toro lanzado, el salto de la cabra (hoy por suerte está prohibido), obligar a tragar granos a las ocas, se sigue matando animales por miedo o por superstición, aún hay lugares que usan lazos de acero donde el pobre animal que cae en ellos muere muy lentamente o pierde una de sus patas,  igual ocurre con los cepos, se  capturan cada año miles de escualos que se les devuelve al mar una vez que se les cortan las aletas, se les dispara y muchos quedan mal heridos sin posibilidad de sobrevivir, se les pesca con artes nada selectivas devastando el fondo marino acabando con millones de especies cada día, las corridas de toros, las matanzas de miles focas a golpe de palo, la matanza de cerdos en algunos pueblos que primero se les clava un gancho por la boca y se tira de él para seguidamente clavarles un cuchillo en la garganta, vertemos veneno en los ríos o lo dinamitamos para que la pesca sea más fácil, prendemos fuego al monte para acabar con los árboles y convertirlos en pastos sin importarnos la cantidad enorme de especies que van a morir abrasados ni la cantidad de años que han necesitado esos árboles en alcanzar tales tamaños.
  La lista es enorme, pues somos expertos en destruir, se nos da de miedo cuando se trata de acabar con alguna especie, roturar una montaña para conseguir algún mineral que nos interese sin importarnos las consecuencias.
¿Quién es la bestia, ellos o nosotros?
Pero al final la naturaleza nos pasará factura y no será precisamente un tirón de orejas, de hecho ya ha empezado a descargar su furia.
 Recuerdo de pequeño cuando tenía 8-9 años (ahora tengo 47) me interesé por la naturaleza y quise hacer algo; convencí a mis padres para ser socio de ADENA, al menos con mi pequeña contribución serviría para que unos señores hicieran algo a favor de la naturaleza, pues con mi corta edad veía con impotencia como ICONA modificaba las montañas aterrezándolas y plantando pinos y eucaliptos en vez de robles, encinas, castaños, madroños, etc.
  Las especies autóctonas son más resistentes a los incendios, pero el Gobierno quería madera a toda costa, por lo que invirtió grandes sumas de dinero en árboles de crecimiento rápido sin tener en cuenta las protestas de los ecologistas que le advertimos que las hojas de esos árboles empobrecían el sustrato, que arderían con suma facilidad, que no dejaban asentarse a otras plantas ya que acidificaban el suelo y que habría más plagas de procesionaria.
  Por si fuera poco, teníamos que soportar a los energúmenos que nos tildaba de maricones en cuanto mencionabas que eras otro ecologista. No entendían que se puede ser sensible con la naturaleza. ¿Quién se ríe ahora de quien?
La verdad que ahora me dan pena, estamos así por la ignorancia de todos aquellos que se reían o no nos hicieron caso de nuestras advertencias. No nos tomaban en serio, nos llamaban alarmistas.
  Volviendo al tema que nos ocupa; LA CRUELDAD. Hay gente que ni se inmuta al ver como una araña ataca un insecto y le absorbe lentamente los fluidos, pero si ve a un león atacar una cría de jirafa o un guepardo persiguiendo a una gacela o un cocodrilo despedazando un ñu cuando está cruzando un río, entonces se conmociona. A todas esas personas les diría que deberían hacer más por entender a la naturaleza y tomar ejemplo de ella, pues esos depredadores ocupan un lugar necesario en este planeta, en cambio nosotros somos un virus que por el bien de la naturaleza deberíamos extinguirnos lo antes posible, pues somos incapaces de vivir en armonía con las demás especies y con el entorno ¡arrasamos por donde pasamos! En cambio los depredadores saben vivir en armonía, no alteran nada. Cuando hay suficiente alimento tienen más crías y cundo escasea no crían o se mueren las más débiles,  las hembras no se dejan preñar o dejan pasar varios años antes de reproducirse de nuevo.
  En muchos aspectos, la naturaleza se comporta como un partido político en campaña electoral. En el Amazonas hay árboles altísimos, que compiten en altura por el sol. El problema es que todos son altísimos y han empleado cantidades enormes de energía para tener unos troncos inmensos; y, no obstante, todos tienen exactamente la misma cantidad de luz que tendrían si fueran más bajos. Lo mismo ocurre con el gasto electoral; los partidos cuentan a sus electores que todos intentarán hacer el mismo gasto electoral y que será moderado, pero lo cierto es que todos gastan todo lo que pueden para acabar teniendo exactamente lo mismo, el mismo nivel de atención electoral que hubieran tenido gastando menos. En este sentido, la naturaleza es incluso más derrochadora que muchos humanos.
  Los humanos hemos copiado muchas cosas de los animales: las redes por las arañas, los helicópteros por las libélulas, engranajes por las conchas de algunos moluscos, etc, pero lo principal que deberíamos copiar no lo hacemos; EL CONTROL DE NATALIDAD.
Todavía hay millones de personas que se escandalizan cada vez que se menciona la palabra aborto o eutanasia. Con esa mentalidad mediocre no saldremos adelante. No quieren reconocer que somos demasiados en este planeta y ningún dirigente tiene el valor (por no usar palabras soeces) de imponer leyes estrictas donde los aspirantes a ser padres deberían someterse a pruebas psíquicas y físicas, así como no tener enfermedades hereditarias y tener un buen nivel económico.
  Alguno me dirá, eso es discriminación ¿acaso no lo vivimos continuamente a diario y lo asumimos? Le diré algunos ejemplos: en las carreras de coches ¿por qué no tiene premio el 6º o el 14º? ¿por qué no le dan becas a todos los candidatos que se presentan? ¿Por qué hay gente que tiene grandes yates y otros no pueden conseguir ni un kayak? ¿Por qué hay gente que tiene buenos abogados y han cometido un grave delito y no pisan la cárcel?
  La lista sería casi infinita, el mundo es así y difícilmente vamos a cambiarlo, y no es que no se pueda, es que NO HAY VOLUNTAD DE QUERER CAMBIAR LAS COSAS.
¿Instinto de supervivencia?
El instinto de supervivencia toma formas muy diferentes, desde la competición salvaje hasta, en otros casos, el altruismo más sacrificado. Es un poco como en la guerra, puedes tener enemigos y aliados. En la naturaleza, la cooperación se da como una estrategia competitiva para triunfar y que produce recompensas, aunque tiene un coste, sacrificios que hay que estar dispuestos a hacer. Tú misma eres el producto de la cooperación entre muchas células que se han puesto de acuerdo para un objetivo común; construir una persona, y han delegado la reproducción, que es la necesidad primaria de todo ser vivo, en unas cuantas células privilegiadas. Cooperan unos genes con otros, unas células con otras, unas especies con otras y unos individuos con otros dentro de una misma especie o entre especies.
¿Y no se producen rebeliones?
¡Claro! Suceden continuamente. Y, de hecho, se crean estructuras especializadas en la vigilancia de los que no cooperan. Hay células que se rebelan y se dividen y dividen y acaban produciendo cáncer. En las colmenas de abejas, hay algunas obreras que intentan poner huevos al margen de la reina. Por eso patrullas que recorren la colmena, como si fueran miembros de una policía política, y que detectan y se comen esos huevos de las rebeldes. La reina también tiene un papel opresor; segrega feromonas que impiden que los ovarios de las obreras funcionen, aunque en una colonia de 30.000 abejas, puede haber tres o cuatro transgresoras. En nuestra sociedad también hay individuos que se especializan en castigar a los no cooperadores, como los policías y los jueces. Y en este sentido, los genes tienen mucho más que ver de lo que pensábamos.
Quisiera que durante unos instantes cojan un boli y un papel y escriban los problemas mundiales que cambiarían si en este planeta hubiera solo un millón de habitantes?
  Olvídense de la crisis, del hambre, agua potable, del paro, etc.
  Al igual que ante un escape de agua de una tubería se debe por empezar por cerrar la llave de paso, ante la actual crisis y el inminente cambio climático se debería comenzar por controlar la natalidad o pronto será demasiado tarde para la humanidad
¡Llámenme alarmista de nuevo!

  Rubén Marco
 

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